CONTEXTO TEOLÓGICO DE LAS CINCO VÍAS TOMISTAS
Estas vías han sido
explicadas de una forma más propia para nuestra época, de la siguiente manera:
1.- Por la
observación del movimiento de todas las cosas en el universo.
2.- Por la necesidad
de una causa para todo lo que existe, porque nada puede darse (el «ser») sin haber
sido.
3.- Por el orden que
maravillosamente rige a todos los seres del universo.
4.- La vida, que no
puede brotar de la materia muestra primitiva, necesita forzosamente de un
vivificador.
A partir de esto, se
desprende la ley moral. Esta actúa dentro de la conciencia de cada individuo, y
no se puede evadir. Además, está el hecho de la contingencia, o la necesidad de
todos los seres. Así, para demostrar la existencia de Dios se dice que es:
1) por efecto a la
causa.
2) porque el
universo no pudo hacerse a sí mismo.
3) porque el
universo no tuvo principio, ya que todo indica que no existió siempre.
4) porque existe un motor
primero que lo impulsa.
5) porque el
movimiento, el orden y la vida que hay en el universo, exige la presencia de un
primer motor.
Como teólogo de profesión, el Doctor Angélico expone sus pruebas de la existencia de Dios en perspectiva teológica formando parte de la Sacra Doctrina. Conviene recordar asimismo que el interlocutor de Santo Tomases el hombre elevado al orden sobrenatural y no el que considera la filosofía en su estado natural puro. En esta perspectiva, el ser humano no sólo tiene la posibilidad de conocer a Dios, sino que se halla en potencia para poseerlo, siendo esta posesión el grado supremo de su perfección.
La razón puede demostrar la existencia de Dios, que, por otra parte, es también verdad de fe, pero en el estado actual de la vida son muy pocos los que logran hacerlo sin la ayuda especial de la Revelación. Después de un análisis de la vida cognoscitiva humana, Santo Tomás llega a la conclusión de que no tenemos una idea innata de Dios. En dos pasajes de la Suma contra los gentiles deja constancia de esta afirmación. «Hay un cierto conocimiento de Dios común y confuso que se da en todos los hombres» pero el mismo Dios, en sí considerado, no es naturalmente conocido al hombre, sino una semejanza suya.
La Suma Teológica demuestra que la ontología Tomasiana no es un sistema de puros conceptos construido al margen de la experiencia y de la vivencia religiosa. En cada una de las cinco vías se sigue el mismo procedimiento. Al ser interpretado racionalmente a nivel ontológico, conduce a la existencia de un ser absoluto trascendente bajo distintos aspectos: primer motor inmóvil, causa primera incausada, ser necesario, máxima perfección ontológica, inteligencia primera.
Si bien concibe Santo Tomás sus vías como distintas, reconoce, sin embargo, su complementariedad, en el sentido de que todas juntas proporcionan una visión completa de la insuficiencia ontológica del mundo, así como de la perfección y consistencia absoluta de Dios, acto puro y perfección infinita.
Primera vía
Que parte del movimiento. Es evidente, nuestros sentidos lo atestiguan, que en este mundo algunas cosas se mueven. Ahora bien, todo lo que se mueve es movido por otro. En efecto, nada se mueve si no está en potencia, con respecto a aquello que el movimiento le procura. Por el contrario, lo que mueve sólo lo hace en cuanto está en acto; pues mover es hacer pasar de la potencia al acto.
En la primera vía se toma el primer Motor Inmóvil aristotélico que santo Tomás de Aquino usa para pulirlo y convertirlo en un Dios creador, en este caso el Dios cristiano. Esta vía explica que se habla del movimiento en un sentido muy amplio por lo que primero tomamos que en el mundo hay cosas que cambian, esto es algo que podemos notar. Para luego seguir con un principio que nos dice que todo es movido por otra cosa pero a su vez se niega que esto pueda ser infinito y debe haber algo que no necesite ser movido por otra cosa. Para comprender mejor esto se puede tomar como ejemplo el nacimiento de un pollo. Este viene de un huevo pero a su vez ese huevo viene de una gallina y así seguiría ese ciclo, pero en cambio Dios no hace parte ya que él no viene de otra cosa, por eso es el motor primario que genera esa cadena que el resto si sigue.
Santo Tomás aplica la teoría de la potencia y el acto, ya que es concebido como el paso de un estado a otro mediante la adquisición de una perfección que no tenía. Recordamos que, en la filosofía tomista, potencia y acto son nociones metafísicas primeras o principios ontológicos de los entes finitos mutuamente referidos. La potencia es capacidad de perfección y el acto la perfección obtenida. Santo Tomás mismo da la explicación: Si existen muchos agentes subordinados, el segundo agente obra siempre en virtud del agente primero (anterior). Pero el primer agente mueve al segundo a obrar; y según esto, todos obran en virtud del mismo Dios. Finitos. En este sentido, todo se mueve en el mundo, porque todo es un tránsito del no ser al ser y del poder ser al ser bajo el influjo de agentes ajenos.
Segunda vía
La tercera vía nos dice que así como existimos, por distintos motivos tenemos la probabilidad de no existir. Esto no da un sentido de continuidad al universo y por eso es necesario un ser que nos asegure la existencia del resto de cosas
La segunda vía se refiere a la noción de causa eficiente. Comprobamos, al observar las cosas sensibles, que hay un orden entre las causas eficientes. Por otra parte, si suprimimos la causa, suprimimos también el efecto. Por tanto, si no hay primero en el orden de las causas eficientes, sería suprimir la primera; por consiguiente, no habría ni efecto último, ni causa eficiente intermediaria, lo cual es evidentemente falso. Por tanto, hay que suponer necesariamente una causa eficiente primera, que todos llaman Dios.
Esta vía parte del hecho de la eficiencia en el mundo y tiene en cuenta la noción de causa, que no es otra que la de producir el ser del efecto. La causa comporta un influjo en el ser del causado, Santo Tomás pretende dar razón del ser del efecto e, independientemente del modo concreto de causación, se está refiriendo en último término a la creación. Nada puede ser causa de sí, existe también un orden entre las causas subordinadas o dependientes en su obrar, sin que por ello se pueda proceder hasta el infinito, en otra parte se refiere directamente a Dios en el orden de las causas.
Tercera vía
Lo posible y lo necesario, entre las cosas, encontramos unas que pueden ser o no ser: lo prueba el que algunas cosas se engendran y se corrompen. Y, por consiguiente, son y no son. Pero es imposible que todo sea de esta naturaleza; porque lo que puede no ser, alguna vez no es, porque lo que no es sólo empieza a ser por lo que es. Si, pues, entonces no hubiera habido ningún ser, hubiera sido imposible que algo empezara a ser, y de este modo hoy no habría nada, lo cual vemos que es falso. Por tanto, todos los seres no son únicamente posibles, hay algo necesario en las cosas. Ahora bien, todo lo que es necesario, o bien tiene su necesidad de otro, o no.
Santo Tomás, ya que éste nunca se propuso demostrar racionalmente el inicio temporal del mundo como signo de su contingencia. Más aún, admitió la posibilidad de la eternidad del universo, aun siendo creado por Dios, pero desde siempre. El que el mundo haya comenzado en el tiempo, es algo que solamente sabemos por la fe y no por demostración racional. Lo que enseña Santo Tomás, apoyado en el principio de razón suficiente, es que lo contingente (puede ser y puede no ser) tiene la razón de ser en sí mismo y, por tanto, es radicalmente cuestionable. Presupone un ser necesario. La nada no sostiene al ser. Por otra parte, la ciencia no ofrece resultados definitivos sobre el origen temporal del mundo. Tan sólo presenta arquetipos provisionales que no consiguen descifrar el enigma cósmico en su raíz.
Cuarta vía
La cuarta vía procede de los grados que se observan en las cosas. En efecto, vemos que las cosas son más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos nobles, y así con atributos semejantes. Ahora Al mismo tiempo hay que hacer notar que su valor probativo, más que en la ejemplaridad, como sucede en Platón y San Agustín, se cifra en la eficiencia.
En el Banquete, Platón invita a
los iniciados a remontarse de los grados de belleza de las cosas al ideal de
belleza o belleza en sí misma. «Belleza a la cual, primeramente, corresponde
una existencia en sí misma; San Agustín, por su parte, reconoce el mérito de
Platón de haberse elevado de los grados de perfección participada a la
perfección suprema, forma máxima, originaria e inmutable. Tomás, en cambio, hace
hincapié en las realidades dotadas de perfección limitada que requieren una
causa eficiente perfección ilimitada de su existencia. De este modo se remonta
a un ser primero, Dios, de donde proviene toda perfección ontológica.
San Agustín admite una luz inmutable, Verdad eterna, que ilumina a todos los hombres. Ahora bien, esta luz o verdad eterna es Dios mismo, que contempla en sí la razón de todas las cosas creadas.
Santo Tomás introduce importantes matizaciones en la formulación agustiniana, reduciendo este argumento a la cuarta vía. En el contacto con la realidad, el hombre adquiere la verdad bajo dos aspectos fundamentales: como conformidad de la inteligencia con la realidad (verdad lógica) y como adecuación de ésta con la mente (verdad ontológica). Quiere decir esto que cada cosa posee una armonía interna que puede ser captada por el entendimiento. En rigor, solamente hay una verdad eterna y absoluta, Dios la cual llegamos desde la inteligibilidad de las cosas o desde el conocimiento de los seres que participan de ella a tenor de su nivel ontológico.
Quinta vía
Con esta última vía se quiere decir que en el universo existe un orden que hace que seres aun sin tener el conocimiento de todo saben cómo actuar en función de su beneficio. Esto lo podemos ilustrar mejor con el comportamiento animal. Por ejemplo un ave puede volar sin necesidad de un conocimiento profundo. Esa es la razón por la que se necesita la existencia de un ser inteligente que pueda dirigir como es todo el universo.
La quinta vía se remonta a Dios por el gobierno de las cosas. Vemos que las cosas privadas de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran en virtud de un fin, lo cual se nos manifiesta porque siempre, o las más de las veces, obran de la misma manera, de modo que realizan lo mejor: de donde vemos que no es por casualidad, sino en virtud de una tendencia determinada por la que consiguen su fin. Por tanto, hay un ser inteligente, por el cual todas las cosas naturales son orientadas hacia su fin, y a este ser lo llamamos Dios.
Esta prueba es un argumento clásico en filosofía. Desde Anaxágoras, Platón y Aristóteles, pasando por los pensadores medievales, hasta nuestros días, cuenta a su favor con hechos comprobados científicamente que arguyen la finalidad en el universo y del universo. Santo Tomás se remonta del orden al gobierno y de éste a una Inteligencia rectora suprema. Para Santo Tomás, gobernar equivale a conducir las cosas a su fin, resultado de lo cual es el orden percibido en el mundo. Uno estático o jerárquico, según el valor ontológico de los seres, y otro dinámico o interacción de unos seres en otros. Hechas estas aclaraciones, la quinta vía presenta una doble forma.
Exige un principio y un fin fuera de la serie ordenada que es su alfa y su omega. Está claro que en la totalidad universal de las cosas no hay nada que no sea bien por participación. A este bien supremo sólo pueden ser dirigidos por un agente de la misma categoría que el fin. Pero éste sólo puede ser Dios, ya que solamente Él es capaz de mover la totalidad de los seres más allá de sus metas concretas y particulares. En esta moción consiste precisamente la Providencia, cuya expresión es la misma constitución ontológica de los seres naturales ordenados unos a otros con vistas al todo, razón última del universo es DIOS.
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